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Proyecto de Agua Potable Rural sin cloro avanza en Los Ríos

MinCiencia, Salud y MOP trabajan en una alternativa que utiliza agua, electricidad y sal de mesa como desinfectante. Se espera que sea probado durante 2025 en un APR de la región como proyecto piloto.

26 Diciembre 2024

Actualmente, en la Región de Los Ríos operan más de 200 sistemas de Agua Potable Rural (APR). El agua que proporcionan estos sistemas debe cumplir con ciertos requisitos sanitarios para que pueda ser bebida de manera segura por los seres humanos. 

Para lograr esto, la normativa sanitaria vigente en nuestro país (Norma Oficial Chilena 409, modificada en 2005) establece que el agua potable distribuida por redes debe ser sometida a un proceso de desinfección, debiendo existir una concentración residual del desinfectante activo en la red en forma permanente. En la mayoría de los casos se utiliza hipoclorito de sodio para este proceso de desinfección.
 
El hipoclorito de sodio es un compuesto químico que contiene cloro, combinado además con sodio y oxígeno. En condiciones normales, el cloro es un gas que tiene un poder de desinfección muy fuerte, sin embargo, no es estable. Por el contrario, el hipoclorito de sodio es una forma estable y segura de usar el cloro, ya que se encuentra en forma líquida y fácil de manejar. Cuando el hipoclorito de sodio se mezcla con agua, libera una sustancia llamada hipoclorito ácido, que es lo que actúa como desinfectante. Esta combinación es la que se utiliza en todos los sistemas de Agua Potable Rural en nuestro país.
 
Pese a que el hipoclorito de sodio es altamente efectivo para desinfectar el agua, motivo por el cual el Ministerio de Salud lo ha permitido a lo largo de los años, trae consigo algunos problemas colaterales. Entre las principales dificultades que ofrece este compuesto sobresale el costo de mantención, la necesidad de contar con un operario permanente que revise el porcentaje de químico presente en el agua, la corrosión que afectan a algunos circuitos electrónicos, y la negativa de algunas comunidades de pueblos originarios frente a la utilización de compuestos no naturales (cosmovisión mapuche). Además, el hipoclorito de sodio cambia las propiedades organolépticas del agua. Es decir, modifica su olor y sabor.
 

 

Marcelo Obregón Arriagada es el presidente del Comité de Agua Potable Rural Runca Linguento, en la comuna de Máfil. Obregón reconoce la importancia de utilizar sistemas de desinfección del agua, pero también ve en el uso del cloro tradicional un problema. “Indudablemente para nosotros el cloro cumple un rol fundamental en lo que es la prevención de las enfermedades de origen hídrico, pero también tiene sus desventajas. Por ejemplo, la gente que trabaja en los comités de APR tenemos que procurar minimizar la exposición de los operadores, que es la gente que manipula estos compuestos, que es la gente que hace todo el tratamiento del agua. Nosotros tenemos que tratar que ellos se expongan lo menos posible al cloro. Esto porque los operadores preparan la difusión para inyectar al sistema. Yo creo que la salud de los trabajadores debe ser siempre una prioridad. Obviamente tenemos barreras, como el uso de elementos de protección personal como primera medida, pero debemos ir informando de los riesgos a los que están expuestos los operadores con la finalidad de evitar accidentes y enfermedades de origen laboral”, explicó Obregón.
 
El dirigente profundizó sobre esto, indicando que “el cloro viene en un envase. El operador tiene que preparar la mezcla de agua con cloro para poderla inyectar al sistema. Entonces, si el operador no utiliza sus elementos de protección personal, puede salpicarse en los ojos. Si no usa guantes se puede quemar las manos. Entonces, el operador está expuesto a productos que pueden ser tóxicos para la salud. Para eso debemos comprar mascarillas, gafas, guantes. Afortunadamente yo no tengo conocimiento que haya ocurrido un accidente, pero es algo que preocupa”, añadió.
 

 

Una alternativa


¿Y si existiera una alternativa al uso del cloro para desinfectar el agua que cumpla con la normativa vigente? Es decir, una opción en la que se consigue Ácido Hipocloroso a través de la combinación de agua, sal de mesa y electricidad. Esta es una propuesta piloto en la que se encuentra trabajando el equipo de la Seremi de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, de la Macrozona Sur (Regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos).
 
La Seremi de Ciencia, Dra. Maite Castro Gallastegui, explicó que esta opción se ha utilizado en forma exitosa en países como Colombia, Panamá, e incluso en regiones como la Unión Europea. “La electrólisis de salmuera es una tecnología que permite generar ácido hipocloroso in situ, utilizando sal común y energía eléctrica, que puede provenir de paneles solares. Puesto que el ácido hipocloroso se genera in situ, utilizando un sistema automatizado, reduce el riesgo para los operadores y disminuye costos. El ácido hipocloroso pertenece a la familia de compuestos halogenados tipo cloro que cumple con la normativa nacional y es un compuesto estable”, explicó la autoridad regional.
 
Castro, quien es bioquímica y doctora en Ciencias, mención Biología Celular y Molecular de la Universidad Austral de Chile, con un postdoctorado en la Universidad de California (EE.UU), añadió que el Ácido Hipocloroso es un antiséptico que elimina el 99,99999% de virus y bacterias. Entre ellas está la especie Calicivirus felino, virus perteneciente a la familia Caliciviridae, género vesivirus; Virus Norwalk, perteneciente a la familia Caliciviridae, género rotavirus; Escherichia coli commune, de la familia Enterobacteriaceae, género Escherichia coli; Salmonella entérica, de la familia Enterobacteriaceae, género Salmonella; Listeria monocytogenes del filo Firmicutes, género Listeria; Staphylococcus aureus, pertenece a la familia Staphylococcaceae, género Staphylococcus; y Ortho coronaviridae, de la familia Coronaviridae, género SARS-COV-2.  “Además, el ácido hipocloroso no posee olor ni sabor detectables por humanos, es un buen eliminador de malos olores, no daña superficies, no destiñe telas, ni irrita piel ni mucosas”, completó.

Cristina Ojeda, ex Seremi de Salud (dejó el cargo a comienzos de diciembre) acompañó esta propuesta desde sus inicios. Ojeda, quien es químico farmaceuta de profesión, indicó que “la normativa chilena exige que el agua para consumo humano pase por procesos de desinfección, filtración y tratamiento especializado según la fuente y contaminantes presentes. El método estándar es la cloración, complementado con tecnologías adicionales en casos específicos. El cumplimiento es fiscalizado y monitoreado para proteger la salud pública”, sostuvo.

Agregó que “para que el Ministerio de Salud apruebe la utilización del agua proveniente de un Sistema de Agua Potable Rural, esta debe cumplir con las normas de calidad establecidas en la regulación chilena vigente y demostrar que es segura para el consumo humano. Estas características están definidas en el Reglamento sobre Calidad del Agua Potable (Decreto Supremo N° 735/1969, modificado por el DS N° 49/2015 del MINSAL)”.

Finalmente, Ojeda explicó las ventajas desde la salud pública, que puede tener el sistema que usa electrolisis. Entre estas está mayor seguridad, porque no se transporta ni se almacena cloro peligroso; reducción de subproductos tóxicos; el bajo costo operativo (aunque requiere electricidad, el costo de sal es mínimo, y el sistema puede ser rentable a mediano plazo) y la existencia de tecnología adaptable (es ideal para sistemas rurales o comunitarios (APR), ya que puede operar con paneles solares en zonas sin acceso a electricidad convencional).

También detalló algunas desventajas desde la salud pública. Estas son que requiere electricidad constante, existen un menor control de concentración (la calidad y la estabilidad del hipoclorito producido dependen del diseño y operación del sistema); exige una inversión inicial (la implementación del sistema de electrólisis tiene un mayor costo inicial por la tecnología y equipos) y no elimina todos los contaminantes (Al igual que la cloración tradicional, no es eficaz contra Cryptosporidium ni elimina contaminantes químicos  como arsénico y metales pesados).

El piloto

El 11 de octubre, en el marco de la II Jornada de Servicios Sanitarios Rurales (SSR), evento organizado por el Ministerio de Obras Públicas en la Región de Los Ríos, la Seremi Maite Castro presentó el proyecto piloto de Agua Potable Rural sin Cloro ante representantes de la mayoría de los comités de APR de la región. Muchos de los dirigentes presentes quedaron interesados en esta iniciativa, la cual ahora busca la autorización sanitaria por parte del Ministerio de Salud para poder iniciar las pruebas en el territorio.
 
Uno de ellos fue Marcelo Obregón, del APR de Runca Linguento, quien en esa oportunidad conoció el proyecto. “Tras conocer este piloto, hicimos una reunión. Ahí le informé a mis socios que estaba esta posibilidad de poder ser parte. Le expliqué en qué consistía y la gente quedó muy interesada. Si tú hoy le preguntas a cualquier persona que vive dentro de este sector rural, dirán que lo que más les molesta es el cloro, particularmente el olor y el sabor. Entonces, si tú le dices a la comunidad que eso se lo vas a eliminar y que vas a tener un agua que no va a tener olor, que no va a tener sabor, sería lo máximo que le puede pasar a ellos”, apuntó.

Autorización sanitaria

Durante el transcurso de este año, la Seremi de Ciencia, Dra. Maite Castro, sostuvo varias reuniones con el equipo de la Seremi de Salud, el cual en su momento estuvo liderado por la ex Seremi Cristina Ojeda. Estas reuniones permitieron coordinar la instalación de una planta piloto en la región, cuyo funcionamiento será monitorizado por la Autoridad Sanitaria. 

Pese a que la ex Seremi ya no está en el cargo, la iniciativa sigue su curso. Así lo confirmó la Seremi (S) de Salud, Dra. Denise Herrmann, quien indicó que esta propuesta está bajo estudio para asegurar que el agua potable cumpla con los estándares requeridos para el consumo humano y otras actividades, como el baño. 

“Este sistema se presenta como una innovación que busca garantizar la seguridad sanitaria del agua, lo cual es prioritario para la Autoridad Sanitaria. Entre las características de este método, se deberá verificar su capacidad para evitar alteraciones en el olor, sabor o color del agua, además de inhibir la proliferación de organismos patógenos en la red de distribución. Estos aspectos son fundamentales para cumplir con las normativas vigentes en materia de salud pública”, indicó la autoridad.

La Seremi de Salud agregó que “la implementación de este sistema será monitoreada en el APR piloto con el objetivo de verificar su eficacia y su capacidad para proteger la salud de la población. conforme a los estándares establecidos”, completó.

Respecto del lugar donde se probará esta propuesta, y las fechas para ello, la Seremi de Ciencia, Dra. Maite Castro, indicó que se están barajando algunas alternativas en conjunto con el Ministerio de Obras Públicas, y que se espera tener definido el lugar, y los recursos económicos para llevar a cabo el piloto, durante el primer trimestre de 2025.