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 Militares en las rectorías 

Según el Centro de Documentación de la Vicaría de la Solidaridad, más de 3.000 académicos y unos 1.000 trabajadores no académicos fueron expulsados de sus trabajos y 22.000 estudiantes expulsados, suspendidos y sometidos a procesos administrativos internos  Se les acusaba de hacer proselitismo político principalmente en las Universidades de Chile, Concepción y Técnica del Estado. Los estudiantes y profesores detenidos son 1.300 y asesinados 260. 

 

Foto: Rector delegado de la UTE, Eugenio Reyes Tastets y General Augusto Pinochet en aniversario de la Secretaría Nacional de la Juventud celebrado en la Casa Central de la Universidad Técnica del Estado. 1976. Archivo Patrimonial Universidad de Santiago.

 Fuga de cerebros 

Las cifras de los investigadores exiliados no están tan claras. Según el historiador Hernán Ramírez en la revista Araucaria de Chile, editada por intelectuales chilenos en el exilio, los académicos que salieron del país son incontables: “ha habido expulsión masiva de ellos”, decía en 1978. En la misma publicación, Enrique Kirberg, exrector de la Universidad Técnica del Estado (UTE) –quien estuvo detenido dos años en Isla Dawson y luego partió a Estados Unidos y Uruguay–, señaló que de acuerdo con la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT), 639 científicos e investigadores salieron del país solo entre el 10 de diciembre de 1973 y el 10 de octubre de 1974, lo que representaba el 21,5% del total nacional. 

La salida de académicos fue un golpe insospechado para el desarrollo del país, señala el Premio Nacional de Ciencias Naturales 2002, el bioquímico Ramón Latorre, pionero en cursar el doctorado en ciencias en la Universidad de Chile. Según explica, “la ciencia en 1970 estaba recién profesionalizándose y el Golpe de Estado que fue de una brutalidad insospechada significó un retroceso para la investigación y educación del país enorme", señala. El profesor recuerda que fue en noviembre del 73 cuando decidió irse de Chile: “Estábamos en una sala de profesores y llegó un caballero de la aviación y nos dijo que nos pusiéramos con las manos en alto por dos horas, puso su tremenda metralleta encima del escritorio y nos dijo: “esto es lo que manda ahora”. En ese instante la mitad de los que estábamos ahí, supimos que no había más que hacer en el país”, recuerda. 

Para el ex rector de la Universidad de Chile y actual embajador de Chile en Italia, Ennio Vivaldi, resulta inabarcable resumir lo que se vivió ese 11. El era estudiante de último año de medicina, interno en el Hospital Salvador y al año siguiente se incorporaría al Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA): “Apenas intuíamos el brutal cambio de paradigmas personales y colectivos que nos esperaba”, ha dicho.

La intervención militar evaluó la situación de las universidades como “caótica”. Así lo registra la primera cuenta pública de la junta –de septiembre de 1973 a junio de 1974–: “existía total desinterés respecto del trabajo universitario, porque las huelgas y paros malograban cualquier planeamiento académico”, señala el documento. 

La intervención de las rectorías no se dejó esperar y veinte días después del 11 asumieron en la Universidad de Chile el General del Aire César Ruiz, en la P. Universidad Católica; el Vicealmirante Jorge Swett, en la Universidad Técnica del Estado (UTE); el Coronel Eugenio Reyes, en la U. Católica de Valparaíso; el Contraalmirante Luis de La Maza, en la Universidad de Concepción; el Capitán de Navío Guillermo González, en la Universidad Austral; el Coronel Gustavo Dupuis, en la Universidad Técnica Federico Santa María; el Capitán de Fragata Juan Naylor; y en la Universidad del Norte, el Coronel Hernán Dayau.

Para el destacado investigador y experto en Educación Superior, José Joaquín Brunner, en su artículo Las universidades en Chile: Preguntas abiertas, estas universidades fueron identificadas como centros de “ideas peligrosas y focos potenciales de resistencia”. De ahí la violencia desatada que terminó silenciando el emergente mundo científico de la época.

 

Quema de libros, discos y otros materiales considerados subversivos, en el sector de las Torres de San Borja, en Santiago, a fines de septiembre de 1973. En la mira no sólo estaban autores como Marx o Mao Tse-tung o libros de la editorial Quimantú; también quemaban libros de “cubismo” por creer que estaban relacionados con Cuba, textos de física como “La resistencia de los materiales” y ejemplares de “La serie roja”, un libro de medicina

Video: Quema de libros - Chile, septiembre de 1973 | Museo de la Memoria y DDHH.

 El cierre de las facultades humanistas 

Según el artículo "Las Ciencias Sociales en Chile, institucionalización, ruptura y renacimiento" del Premio Nacional de Humanidades 2007, Manuel Antonio Garretón, el Golpe de Estado significó que 1.058 profesores fueran expulsados de las Universidades de Chile y Católica.

Entre las expulsiones de la Universidad de Chile, 255 eran de la Facultad de Ciencias Sociales, 120 del Departamento de Educación, 160 de la Facultad de Filosofía y 212 del Departamento de Economía Política. Fueron cerrados centros como el de Estudios Socioeconómicos, el de Estudios Estadísticos y Matemática, el Departamento de Historia Económica y Social y una parte del Programa de Enfermeras de la Escuela de Medicina. En la Universidad Católica, se cerraron el Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CEREN), el Programa Interdisciplinario de Estudios Sociales, el Departamento de Historia Económica y Social, el Programa de Estudios y Capacitación Laboral (PRESCLA), el Centro de Estudios Agrarios (CEA). En la Universidad Técnica del Estado se cerraron el Departamento de Ciencias Sociales, la Escuela de Educación, el Instituto Tecnológico y en la Universidad de Concepción se cerraron Sociología y Periodismo.